Es común rodear a los pequeños de juguetes. Solemos premiar su buen comportamiento con juguetes, los complacemos ante cada nuevo “caprichillo” sin escatimar. Los pequeños, víctimas de la publicidad, nos hacen correr tras los personajes de una nueva serie y así los mantenemos “a la moda”. Pero no pretendemos en esta ocasión hurgar tras esta problemática bien compleja del consumismo desde las edades tempranas, el tema que nos ocupa es otro que no por más elemental es menos complejo.
¿Cuántas veces nos paramos frente a la juguetera de nuestros hijos y nos percatamos de que hace mucho que no se toca? ¿Cuántas otras hemos tenido que reciclar por falta de espacio o al percatarnos de que en su mayoría los juguetes han perdido partes que los inutiliza o que no podemos mantener el ritmo del consumo de baterías? Y en contraste… ¿No ha sorprendido a su hijo armando con cerillas un ejército?
El niño construye un mundo de fantasías a su alrededor y los juguetes ayudan a construir este mundo, pero NO LO DETERMINAN, viabilizar buenas prácticas lúdicas es tarea de padres y educadores.
La importancia de la actitud
Hace 16 años
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